Solemos pensar que si nos cepillamos los dientes de forma más enérgica lograremos eliminar mejor los restos de comida y las bacterias, y dejarlos más limpios y relucientes.
Y qué mejor para conseguirlo que uno de esos cepillos con las cerdas duras, perfectas para arrastrar la suciedad, ¿no? Pues no, es una concepción errónea. Aunque varias marcas siguen fabricándolos, los dentistas recomiendan utilizar cepillos de dientes con cerdas suaves porque no agreden las encías y limpian bien la boca. A las personas con problemas de esmalte o dientes sensibles se les aconseja usar cepillos “extrasuaves”.
El problema con los de las cerdas duras,es que pueden llegar a dañar la salud bucal: “Mantener una buena higiene bucal no es una tarea libre de riesgos. Existe la posibilidad de ‘erosionar’ los dientes”. Por ello es “tan importante hacerlo tanto con la técnica adecuada como con el cepillo adecuado”. Los cepillos de cerdas duras incrementan el riesgo de dañar el esmalte y de provocar sangrado de las encías.
Los únicos casos en los que se recomienda el uso de este tipo de cepillos, según los resultados de un estudio reflejados en el libro son aquellos “con una higiene bucal pobre, que tienen mayor riesgo de caries, placa y sarro, y para limpiar las dentaduras postizas”.